Cuando pensamos en la opción de invertir nuestro dinero en un proyecto empresarial, analizamos si es viable o no y, principalmente, el rendimiento que nos dará. Ya sea que formemos una empresa, invirtamos en un proyecto inmobiliario, etc., la idea es que por la inversión de capital se obtenga una rentabilidad a lo largo de los años que dure dicho proyecto.
Antes de poder hablar sobre la Tasa Interna de Rentabilidad debemos hablar un poco lo que es el Valor Presente Neto (V.P.N. o V.A.N.). El Valor Presente Neto de una inversión es la suma de los valores actualizados de todos los flujos netos de caja esperados del proyecto, deducido por el valor de la inversión inicial, es decir, es un procedimiento que permite calcular el valor presente de un determinado número de flujos de caja futuros, originados por una inversión.
Si un proyecto de inversión tiene un VAN positivo, el proyecto es rentable. Entre dos o más proyectos, el más rentable es el que tenga un VAN más alto. Un VAN nulo significa que la rentabilidad del proyecto es la misma que colocar los fondos en él invertidos en el mercado con un interés equivalente a la tasa de descuento utilizada.
Ahora podemos decir que la Tasa Interna de Rentabilidad (T.I.R.) es la tasa de descuento que hace que el Valor Actual Neto de una inversión sea igual a cero (V.A.N. =0), esto significa que es la tasa de rentabilidad promedio anual que el proyecto paga a los inversionistas por invertir sus fondos allí.
Este método considera que una inversión es aconsejable si la T.I.R. resultante es igual o superior a la tasa exigida por el inversor, y entre varias alternativas, la más conveniente será aquella que ofrezca una T.I.R. mayor.
La T.I.R. es un indicador de rentabilidad relativa del proyecto, por lo cual cuando se hace una comparación de tasas de rentabilidad interna de dos proyectos no tiene en cuenta la posible diferencia en las dimensiones de los mismos. Una gran inversión con una T.I.R. baja puede tener un V.A.N. superior a un proyecto con una inversión pequeña con una T.I.R. elevada.
Las críticas a este método parten en primer lugar de la dificultad del cálculo de la T.I.R. (haciéndose generalmente por iteración), aunque las hojas de cálculo y las calculadoras modernas (las llamadas financieras) han venido a solucionar este problema de forma fácil. También puede calcularse de forma relativamente sencilla por el método de interpolación lineal.
Pero la más importante crítica del método (y principal defecto) es la inconsistencia matemática de la T.I.R. cuando en un proyecto de inversión hay que efectuar otros desembolsos, además de la inversión inicial, durante la vida útil del mismo, ya sea debido a pérdidas del proyecto, o a nuevas inversiones adicionales.
Es importante tener en cuenta lo siguientes conceptos:
• Inversión: Corriente de cobros y pagos que se producen a lo largo de un periodo de tiempo.
• Flujo de caja: Diferencia entre cobros y pagos.
• Beneficio: Ingresos menos costes (tiene en cuenta las amortizaciones)
Existen diferencias que se presentan a la hora de aplicar estos métodos que podemos recalcar:
- La TIR y los flujos no convencionales: El cálculo de la TIR de un proyecto no se puede usar para flujos de caja no convencionales, este es el que contiene más de un cambio de signo en los periodos establecidos. Si el proyecto nos arroja dos TIR lo aconsejable es elegir el mayor de los dos, puesto que este genera un valor de inversión, pero con el fin de evitar dudas sobre la aceptación o rechazo de un proyecto se toma el método de VPN como mejor fundamento de análisis.
- La TIR y el racionamiento de capital: Existe un problema con la TIR cuando hay más de un proyecto a evaluar, lo cual es muy común. En este tipo de evaluaciones el VPN y la TIR pueden contradecirse y esto pasa debido a que comúnmente los distintos proyectos tienen cantidades de inversión diferentes o presentan una diferente distribución temporal de flujo de caja, por lo que no pueden ser comparados de forma homogénea. En estos casos se toma el VPN como indicador de rentabilidad.